Los churros se pueden incluir dentro de una dieta completa.
Este alimento, a base de harina de trigo, agua y sal, no contiene aditivos, ni colorantes, ni conservantes, por lo que puede ser incluido en el desayuno.
Los churros son “un alimento casi perfecto.
Un producto tradicional, de elaboración artesanal, sabroso y apto para compartir en familia, lo que también aporta beneficios”.
Los hidratos de carbono presentes en los churros son mayoritariamente complejos y los lípidos en su mayor parte, si se fríen en aceite de oliva o girasol, son ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados.
Un consumo adecuado puede ser un buen complemento dentro de una dieta variada.
Entre las opciones a las que solemos recurrir para desayunar, por ejemplo, los cruasanes, las galletas maría o los cereales, los churros son los que menos calorías tienen.
Si nos fijamos en los azúcares, salvo que espolvoreemos azúcar por encima, sólo tienen 2-3 gramos.
Los churros no tienen nada de colesterol ni grasas saturadas, contienen muy pocos azúcares refinados, son ricos en fibra y no tienen ningún colorante ni conservante.
Los churros aportan 361 kcal por cada 100 gramos, según la Fundación Española de nutrición.
Los churros ganarían a nivel nutricional porque tienen una menor proporción de carbohidratos.
Los churros solo contiene las grasas del aceite de oliva mientras que, en el resto de productos, suelen utilizarse grasas saturadas de origen animal.
Los churros son claramente más sanos que un cruasán, además de ser un producto tradicionalmente español.
Los churros poseen diversas propiedades que los convierten en un buen aliado del desayuno.