Aunque muchos los consideren nacidos en España, en realidad no se dispone de datos fiables sobre el origen de los churros.
Una segunda teoría, bastante acreditada entre historiadores de la alimentación y expertos del sector, atribuye el origen de los churros a pastores nómadas españoles que pasaban la mayor parte del tiempo en las alturas de la Península Ibérica.
Al no poder llegar a las ciudades para comprar pan, inventaron una masa similar que podía cocinarse fácilmente en una sartén.
Posteriormente, serán los conquistadores primero y luego los inmigrantes españoles, los que exporten el postre a Centro y Sudamérica, donde cada nación modificó la receta original, adaptándola al gusto de las poblaciones indígenas.
Los churros pueden ser los originales cubiertos con azúcar o con chocolate fundido, nata o caramelo, también en versión salada y no es raro encontrarlos con crema de ajo o de bacalao.
Una vez listos, pasarlos a un plato sobre el que se colocará papel de cocina para que absorba el exceso de aceite.
Aún caliente, rebozar los churros en azúcar granulada a la que también se le puede mezclar canela en polvo.
Si se desea, es posible conservar la masa en el frigorífico, directamente en la manga, pero no más de 12 horas.