Para evitar que los churros se pongan duros debemos hacer tres cosas básicas y muy sencillas. La primera de ellas es guardarlos bien. Para ello, puedes usar una fiambrera; dos platos, uno de ellos haciendo las veces de tapadera; o el clásico papel film. Uses el método que uses, lo importante es que no se queden al aire, ya que se pueden secar, ni que los metas en la nevera, ya que podrían absorber demasiada humedad.
El segundo consejo para poder tener unos churros crujientes es que no los calientes en el microondas. La tendencia es que, cuando nos sobran churros, los calentamos de esta forma. Pero con ello lo único que hacemos es que se reblandezcan.
Y para ello, pasamos al último paso: calentarlos en el tostador. Así, recuperarán ese toque crujiente que tanto nos gusta. Eso sí, hay que tener cuidado a la hora de ponerlos en el tostador si los churros sueltan demasiado aceite. Si es así, retírales un poco con papel absorbente.