Para conseguir unos churros perfectos, hay un ingrediente clave: el aceite. Dependiendo del que usemos, el resultado variará. Podemos utilizar aceite de oliva o el aceite de girasol.
El aceite de girasol confiere un sabor más neutro que el aceite de oliva.
Este tipo de aceite tiene un mayor punto de humo, lo que nos da cierto margen.
El aceite a la temperatura adecuada.
Para obtener unos dorados por fuera y cocidos por dentro necesitamos poner abundante aceite en la sartén.
Que el churro nade a gusto.
Y luego, no nos basta con calentar el aceite, sino que tiene que hervir, pero no humear.
La temperatura debería estar entre los 180°C y los 200°C.
Necesitamos poner abundante aceite en la sartén y no llenarla de churros para que así el aceite se mantenga caliente.
Además, para que el aceite se mantenga caliente -que ya vemos que es fundamental- no hay que llenar la sartén de churros.
Lo dicho antes, el churro debe nadar a gusto.
Con esas condiciones cumplidas cada churro debe estar en la sartén unos 30-40 segundos.
A mitad de ese tiempo le daremos la vuelta.
En cualquier caso, por si nuestro aceite no está suficientemente caliente, el ojo nos va a decir cuándo está cada churro.
Solo queda ir sacando cada churro según vayan estando, dejarlos reposar un par de minutos sobre papel absorbente y, luego, espolvorear azúcar por encima.