Churros y porras son alimentos diferentes. No sólo difieren en el tamaño, sino que también difieren en su preparación, aunque aparentemente sean muy similares.
Si abrimos el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra «churro» tiene diferentes acepciones. Entre ellas. destacamos la primera de ellas, en la que se indica que se trata de una «fruta de sartén» de forma cilíndrica y con estrías elaborada con la misma masa de los buñuelos.
Por otro lado, para la palabra «porra» debemos dirigirnos a la cuarta acepción. En ella se indica que la porra es otro fruto de sartén similar al churro, pero con mayor grosor.
Aunque generalmente se piensa que churros y porras son lo mismo, y que sólo se diferencian en su forma, tamaño y textura, lo cierto es que las porras llevan un ingrediente más en su masa.
Las porras se diferencian de los churros porque llevan un ingrediente extra: bicarbonato de sodio o, en algunos casos, levadura.
La masa de las porras contiene harina, sal, agua y bicarbonato y debemos dejarla en reposo un periodo de tiempo de varios minutos antes de meterlos en la freidora con el fin de que libere el dióxido de carbono y tenga como resultado una masa mucho más suave.
La tercera diferencia está en la proporción de harina en relación con la cantidad de agua: la cantidad de agua es superior en la masa de las porras.
Los churros tienen forma de lazo, un grosor fino, y una masa densa.
Por el contrario, las porras se fríen en forma de grandes espirales y después se cortan en trozos; son más gruesos y esponjosos pues tienen aire en su interior.