Arrancar el día con un capricho ‘gastro’ es más sano de lo que muchos creen. Los churros se pueden incluir dentro de una dieta completa. Este alimento, a base de harina de trigo, agua y sal, no contiene aditivos, ni colorantes, ni conservantes, por lo que puede ser incluido en el desayuno. Los componentes de los churros son los mismos que los del pan, la única diferencia es que el pan se hornea y los churros se fríen. Pero si usamos unas buenas materias primas, como el aceite de oliva o el de girasol, el churro no absorbe tanta grasa. Los churros son un alimento casi perfecto, un producto tradicional, de elaboración artesanal, sabroso y apto para compartir en familia, lo que también aporta beneficios. Los hidratos de carbono presentes en los churros son mayoritariamente complejos y los lípidos en su mayor parte, si se fríen en aceite de oliva o girasol, son ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, por lo que un consumo adecuado puede ser un buen complemento dentro de una dieta variada. Los churros aportan 361 kcal por cada 100 gramos, según la Fundación Española de nutrición, y si tenemos en cuenta que cada ración son 90 gramos, y que normalmente se toman entre uno y dos, estaríamos aportando alrededor de 650 kcal al organismo. Además, aportan 36 hidratos de carbono por ración, cuatro gramos de proteínas y 18 gramos de lípidos, que varía en función del aceite que se utilice. Los churros solo contiene las grasas del aceite de oliva mientras que, en el resto de productos, suelen utilizarse grasas saturadas de origen animal. Los churros poseen diversas propiedades que los convierten en un buen aliado del desayuno. Los churros son claramente más sanos que un cruasán, además de ser un producto tradicionalmente español.