Calentamos la leche en una cazuela. Si vamos a utilizar un chocolate muy potente, en este punto es donde añadimos el toque de azúcar para endulzar la leche. Añadimos el chocolate y un punto de sal. Si lo queremos con un toque aromatizado, sería el momento de añadir la rama de canela o la vainilla. Removemos con una cuchara de madera o unas varillas, hasta que el cacao se integre bien mientras se funde. Si no tenemos mucho tiempo, podemos trocear el chocolate previamente con un cuchillo en una tabla. De esta forma aceleramos el proceso. Cuando empiece a hervir lo retiramos del fuego y lo dejamos que deje de burbujear. Ya estará listo, pero si quieres que tenga más consistencia, lo puedes poner de nuevo al fuego hasta que comience a hervir otra vez. De nuevo se retira y ya lo puedes servir. De esta forma queda más espeso. Tened cuidado de que no se queme.
Si no queremos estar removiendo todo el rato, se puede espesar con un poco de harina o almidón de maíz. Lo mejor es batir todo hasta que esté todo muy bien integrado, es importante este paso para que luego no queden grumos. Os aconsejo almidón de maíz, pues es más fácil de manejar. Luego el resto de la receta sería igual que la anterior.
Si no quieres hacerlo con chocolate en onzas, tienes la opción de cacao en polvo. Hay muchos tipos de marcas, aunque recomiendo aquellas que no ponen «especial preparado chocolate a la taza instantáneo». Suelen llevar muy poco chocolate y mucho almidón y azúcar. Aunque sería una opción fácil para hacerlo, os aconsejo cacao en polvo, sustituyendo el chocolate por el cacao y empleando una batidora en vez de la cuchara de madera. El proceso sería similar.
Si te gusta el chocolate más espeso, debes cocinarlo durante más tiempo, reduciendo el líquido. La otra opción que sugiero en la lista de ingredientes es añadir una cucharada de harina o almidón de maíz refinada al chocolate mientras se cocina. Pero este punto es opcional, para los puristas del chocolate a la taza nada de espesantes.