Un churro es un antojo culposo que podríamos calificar como sencillo, la verdad es que nadie puede resistirse a ese dulce deleite frito, crujiente por fuera, pero suave por dentro.
De acuerdo con la enciclopedia Larousse Cocina, esta delicia no nació en México, ni en España, sino que su receta fue creada a partir de una preparación china llamada youtiao.
Además de los churros clásicos, con azúcar sola o con canela, ofrecen los glaseados con chocolate, cajeta, fresa y miel de maple.
Y por si quieres algo salado, además venden ricas tortas compuestas y cemitas.
Todo comenzó cuando unos españoles, que estarían cinco o seis años en la ciudad trazada por los ángeles, no querían vivir tanto tiempo sin sus churros.
Tal era su gusto por comerlos, que le ofrecieron a don Pascual enseñarle a prepararlos y asesorarlo para que pudiera hacerlos, con tal de disfrutarlos mientras no estuvieran en su país y él aceptó, porque era un hombre de retos.
Por supuesto no puede faltar el chocolate calientito para acompañarlos, que tienen de varios estilos: el francés, que es normal, leche con chocolate; el cubano, con licor de café; el Santa Clara, con rompope; el mexicano, con vainilla y algunos más.