Los churros, también conocidos como porras o jeringos, pueden tomarse al día siguiente sin ningún problema.
Pero es cierto que, pasadas unas horas desde que están hechos, se ponen duros o, al calentarlos, se reblandecen demasiado.
El truco para que los churros no se pongan duros
Uses el método que uses, lo importante es que no se queden al aire, ya que se pueden secar, ni que los metas en la nevera, ya que podrían absorber demasiada humedad.
El segundo consejo para poder tener unos churros crujientes es que no los calientes en el microondas.
La tendencia es que, cuando nos sobran churros, los calentamos de esta forma.
Pero con ello lo único que hacemos es que se reblandezcan.
No queremos los churros duros ¡pero tampoco que se pasen de blandos!
Los queremos con la textura perfecta.
Y para ello, pasamos al último paso: calentarlos en el tostador.
Así, recuperarán ese toque crujiente que tanto nos gusta.
Eso sí, hay que tener cuidado a la hora de ponerlos en el tostador si los churros sueltan demasiado aceite.
Si es así, retírales un poco con papel absorbente.
De esta forma quedarán perfectos para tomar y, de paso, estaremos facilitando la digestión de los mismos.
No hay que olvidar que los churros son una elaboración a base de harinas y grasas fritas que pueden resultar fuertes para nuestros estómagos.
A ello se suma que es un dulce calórico del que no debemos abusar.
Pero, en el marco de una dieta equilibrada, podemos disfrutar de ellos de manera esporádica sin problema.
Y más, en Feria.