La verdad por delante: ¿pueden formar parte las natillas de una dieta saludable.
La respuesta es que sí, pero con condiciones importantes.
La primera, que se trate de un consumo ocasional y no continuado;
la segunda, que sean de elaboración casera, porque incluso las mejores natillas que encontraremos en el supermercado tendrán más aditivos insanos de lo deseable.
Estos postres incorporan, de media 20 gramos por envase, lo que equivale a tres sobres de azúcar, y hasta el 85% de la ingesta diaria recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para un niño de entre 7 y 12 años.
Siendo puristas, unas natillas no deberían llevar mucho más que leche, huevos, algo de edulcorante y algo de espesante como la harina de maíz.
Igualmente, se trata de un producto procesado, que recibe sin embargo la máxima puntuación, un 'A' en verde, del semáforo nutricional Nutriscore.
Y al no contener azúcares añadidos, solo aporta los propios de la leche.
Cada una de las raciones de 125 gramos aportará 12 g de proteína -recordemos que la recomendación de consumo es de unos 50 gramos diarios de este nutriente para un adulto- por solo 4,3 gramos de azúcares, casi cinco veces menos que una natilla convencional.
La proporción de grasas y sal en la crema de natillas es muy escasa, lo que eleva su perfil nutricional de cara a completar las necesidades proteicas del día a día.
Sin embargo, no deja de ser un alimento procesado, aunque sea saludable.
La OCU destaca tres aditivos que considera 'no recomendados': el fosfato de sodio (E-339), los difosfatos (E-450) y los almidones modificados.
Los dos primeros no, pero esto últimos sí están presentes en la crema de natillas, por lo que su consumo debe realizarse sin excesos.