La harina de avena se ha ganado un lugar en muchas cocinas por su sabor suave, su aporte de fibra y porque no contiene gluten de forma natural.
En repostería, la harina de avena aporta una textura más compacta y un delicado sabor a nuez.
En cambio, en preparaciones como hotcakes, galletas o muffins, la harina de avena puede lucirse: consigue una miga suave, un sabor acogedor y un plus nutritivo.
Eso sí, absorbe más líquido que la de trigo, así que es importante ajustar la cantidad de líquidos para evitar mezclas secas.
Ojo: la harina de avena no desarrolla gluten, por lo que las masas pierden elasticidad y aire.
Esto hace que panes y pizzas queden más densos, así que no es recomendable sustituir por completo la harina de trigo en recetas que dependan del gluten para su forma o en las que la textura ligera y esponjosa sea clave.
Por eso, muchas preparaciones la combinan con harina de trigo o añaden ingredientes que aporten estructura, como huevo o goma xantana.
Además, si no se ajusta la humedad de la receta, el resultado puede quedar demasiado seco.