La historia de los churros encuentra su comienzo en España, donde los pasteleros del siglo XVI crearon la primera versión de este alimento. La leyenda más difundida señala que los churros se inspiraron en los youtiao chinos, una especie de fritura similar que se preparaba en el Lejano Oriente. Los chinos, que navegaban por rutas comerciales marítimas, podrían haber introducido la técnica de freír la masa en aceite caliente a España, donde los churros eventualmente evolucionaron con su propio estilo y sabor únicos. Las porras, hermanas cercanas de los churros, también tienen su propio lugar en esta historia. Originarias de España, las porras son más gruesas y esponjosas, a menudo servidas en forma de bastones largos. Su nombre proviene de las cañas de bambú, llamadas «porras», que solían usarse como moldes para dar forma a la masa. Durante el siglo XIX, los churros comenzaron a traspasar fronteras y llegaron a América Latina a través de la influencia de los colonizadores españoles. En países como México, Argentina y Venezuela, los churros se fusionaron con las tradiciones culinarias locales y se adaptaron a los ingredientes y sabores disponibles en la región. Hoy en día, cuando nos deleitamos con un crujiente churro o una esponjosa porra, estamos saboreando un pedazo de historia culinaria que ha viajado a través del tiempo y el espacio para llegar a nuestros paladares. El origen de los churros es una mezcla de culturas, sabores y creatividad que continúa deleitándonos en cada bocado.